(Art Nexus Magazine, No. 109, May-June 2018)
By Willy Castellanos
The conceptual and post-conceptual experiences in the art of the 1960s and 1970s laid the foundations for the construction of new imaginaries pertaining to photography. The emergence of an alternative approach to objectivity—outlined through the serial narrative of seemingly trivial or meaningless moments—replaced the unrepeatable capture of an event in art, substituting the atmosphere of a decisive moment by a type of contemplation often connected to analytical introspection about the urban space with all of its sociocultural baggage.
Water Diaries, the latest exhibition by Maritza Caneca (Brazil, 1964) presented at the Clima Art Gallery in Miami, and curated by Adriana Herrera, resumes in a singular manner a thread that refers to the early experiences of Edward Ruscha—printed in works like Nine Pools and a Broken Glass or Twenty Six Gas Stations—as well as to the works created by German photographers Bernd and Hilla Becher—pioneers of observation and documentation—and their students at the so-called “Düsseldorf School:” indissoluble visions of the urban environment and different approaches for capturing phenomena, like the boom and decline of architecture and public spaces in the contemporary world.
Caneca captures the stillness of empty spaces, generally without human beings but still infused with our collective memory and the marks of Caneca’s vision. There are no eventualities or chance in series like Pools, a project that she began in 2012, or in the images of nearby bathrooms and dressing rooms. Devoid of the emotion present in the never-to-be-repeated instants found in traditional photography, Caneca places us before a group of spaces for contemplation that work on several levels: on the one hand, her trained eye captures the inter- plays in the geometric compositions and formal evolutions produced in water surfaces and in the reflections or presence of certain decorative or functional elements like tiles, dividing lines in the background, and stairs. Certain poetically-charged images produce the effect of an abstract beauty that dissolves temporality.
Through the persisting capture of pools located in different cities across the planet, Maritza Caneca also outlines the itinerary of her own movements. The photographs exhibited are both a sort of fragmented map of her travels and proof of observations that range from splendor to neglect, from opulence to ruin, remitting to the exploration of an affective geography more than to a formal exercise.
As pointed out by the text that accompanies the exhibition, Caneca “has photographed full and empty pools in Rio de Janeiro, São Paulo, Istanbul, Havana, Jerusalem, Cartagena, Geneve, Miami, New York, Los Angeles, San Francisco, Marfa, New Orleans, Boston, Lisbon, Porto, Hanoi, Bangkok, and Cambodia; and every image can be read like the page of a visual diary.”
Separated from their original content under the effect of a frame that fragments—like the carving in an sculpture—any geographic reference that focuses on the essence, the pools are meaningfully arranged around a homogeneous core that functions an autonomous aesthetic category. This idea is particularly underscored in the exhibition room through a singular design that combines images and video (Caneca is also a freelance cinematographer) and, most importantly, through the exceptional use of lighting that separates the frames from the enveloping darkness, creating an illusion that transforms the printed photographs into what appears to be light boxes with their own light sources.
The videos shown in Water Diaries expand the perceptive reach of photographs, but through the notion of being immersed in water, with all of the symbolic charge that this element has had since an- tiquity. In Immersion—a video recorded in slow motion—the ethereal body of water and its transparencies function visually as an abstract field of a geometric composition whose stillness is abruptly inter- rupted by the realism of the horizontal line created by a swimmer’s dive: “We never swim in the same river twice because deep inside human beings are destined to water that flows,” quotes Adriana Herrera in the catalog.
The presence of fluids as essential elements for life, but also as vehicles for destruction, acquires a worrying dimension in Chamado para oração (Call to Prayer), in which the camera depicts the flow and evolution of a dense and uncontrollable liquid mass of dark and ochre tones: petroleum. The prospect of a catastrophe—an oil spill— achieves an aesthetic condition because of the image’s beauty, as the combinations of photographs and videos jointly outline the successive stages of Caneca’s journey. She is the traveler, the expeditionary, and there are no great loss cities or monuments left to be discovered—as it occurs in the suggestive photographs by Candida Höfer—only or- dinary monuments to passions and dreams, along with the everyday disenchantments of contemporary people.
Maritza Caneca | Water Diaries
Clima Art Gallery, Miami
March 24 - June 28, 2018
Maritza Caneca: Diarios del agua | Clima Art Gallery
(Revista Art Nexus No. 109, Mayo-Junio de 2018)
Por Willy Castellanos Simons
Las experiencias conceptuales y post-conceptuales del arte de los 60s y los 70s, sentaron las bases para la construcción de nuevos imaginarios en torno a lo fotográfico. La aparición de un modo alterno de objetividad -esbozado desde la narración seriada de momentos en apariencia triviales o desprovistos de un evidente causalidad-, suplantó en el arte al registro irrepetible del acontecimiento, sustituyendo el aura del momento decisivo por un modo de contemplación conectada en muchos casos, a una introspección analítica sobre el espacio urbano con sus cargas socioculturales.
Diarios del agua, la reciente exposición de Maritza Caneca (Brasil, 1964) comisariada por Adriana Herrera en Clima Gallery (Miami), retoma de modo singular un hilo de continuidad que la remite a las tempranas experiencias de Edward Ruscha –impresas en trabajos como Nine Pools and a Broken Glass o Twenty Six Gas Stations– tanto como a los trabajos pioneros de observación y registro de Bernd e Hilla Becher y sus discípulos de la llamada “Escuela de Düsseldorf”: visiones inseparables de lo urbano y de la aprehensión de fenómenos como el apogeo y decadencia de la arquitectura y los espacios públicos en el mundo contemporáneo.Caneca registra la quietud de los espacios vacíos, generalmente desprovistos de la presencia humana pero cargados con la memoria colectiva y con las huellas de su propia visión. En su Series de las piscinas –un trabajo que comenzó en el 2012–, y en las imágenes de los baños y vestidores cercanos, no hay contingencias, ni azar. Fuera de la emoción de los instantes irrepetibles de la fotografía tradicional, la artista nos sitúa ante un conjunto de espacios de contemplación que funcionan en diversos niveles: por una parte, su ojo entrenado registra el juego de composiciones geométricas y las evoluciones formales que se producen en la superficie del agua, así como en el reflejo o en la presencia de ciertos elementos decorativos o funcionales como las baldosas, las líneas divisorias del fondo o las escaleras. Cargadas de poesía, ciertas imágenes producen el efecto de una belleza abstracta que disuelve la temporalidad.
Pero desde el registro persistente de las piscinas en varias ciudades del planeta, Maritza Caneca traza al tiempo, el itinerario de sus propios desplazamientos. Las fotografías expuestas son a la vez una suerte de mapa fragmentado de sus propios recorridos y una constancia de la observación entre el esplendor y el abandono, o entre la opulencia y la ruina que remite --más que a un ejercicio formal-- a la búsqueda en el periplo, de una geografía afectiva. Como señala el texto de la exposición, la artista “ha fotografiado piscinas llenas y vacías en Río de Janeiro, en Sao Paulo, en Estambul y la Habana, en Jerusalén y Cartagena, en Ginebra, Miami, Nueva York, Los Ángeles, San Francisco, Marfa, Nueva Orleans, Boston, Lisboa, Porto, Hanói, Bangkok y Camboya, y cada imagen puede leerse como la página de un diario visual.”
Separadas de su contexto de origen bajo el efecto de un encuadre que secciona – como la talla en una escultura- cualquier referencia geográfica para enfocarse en la esencia, las piscinas se agrupan significativamente en torno a un núcleo homogéneo que funciona como categoría estética con autonomía propia. Esta idea es particularmente acentuada en sala a partir de un singular diseño que combina imágenes y videos (Caneca es también directora free-lance de fotografía) pero sobre todo, a través del uso de una iluminación puntual que separa los marcos en el vacío de una oscuridad envolvente, creando el efecto ilusorio de transformar las fotografías impresas en aparentes cajas de luz con destellos propios.
En Diarios del agua, los videos expuestos extienden el alcance perceptivo de las fotografías, aunque desde la noción de la inmersión en el agua con toda la carga simbólica que desde la antigüedad tiene este elemento. En Immersion –un video filmado en cámara lenta–, la masa etérea del agua y sus transparencias funciona visualmente como un campo abstracto de composición geométrica cuya quietud es interrumpida abruptamente, por el realismo de la línea horizontal que traza un nadador en su zambullida: “No nos bañamos dos veces en el mismo río porque ya en su profundidad, el ser humano tiene el destino del agua que corre”, cita Adriana Herrera en el texto del catalogo.
Esta presencia de los fluidos como elementos seminales de la vida pero también como factores de su destrucción, adquiere una dimensión preocupante en Chamado para oração, donde la cámara registra el fluir y las evoluciones de una masa densa e incontrolable de tonos oscuros y ocres: el petróleo. La alternativa de la catástrofe –el derrame del hidrocarburo– alcanza por la belleza de la imagen, una condición estética, mientras la combinación de las fotografías y los videos trazan al unísono, las sucesivas etapas del periplo de la artista. Ella es la transeúnte, la expedicionaria, y no hay grandes ciudades perdidas ni grandes monumentos por descubrir –como sucede en las fotografías sugestivas de Candida Höfer–, a no ser los monumentos ordinarios de las pasiones, los sueños, pero también los desencantos cotidianos del hombre contemporáneo.
Water Diaries | Martiza Caneca
Clima Art Gallery, Miami
Del 24 de Marzo al 28 de Junio de 2018
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